Pedro Meireles Sobral
Abusivamente hablando, mis neuronas se interrogan sobre el porqué de la
avalancha, aparentemente imparable, de la aplicación (o anteposición) del
prefijo “neuro” a un sinfin de designaciones de disciplinas relacionadas con la
actividad humana, principalmente en los ámbitos organizativos y empresariales. Este
interrogante se aúna a las inquietudes de otros profesionales mucho más instruidos
que yo, en esta materia, como es el caso de José E. García-Albea,
en cuyo artículo “Usos y abusos de lo «neuro»”, he encontrado una base más científica
para mis elucubraciones al respecto.
Obviamente García-Albea no se restringe al ámbito que me atañe, el de las
interrelaciones humanas en los ámbitos organizativos y empresariales, sino que
refiere en su artículo “… desde la
neuroeconomía a la neuromagia, pasando por disciplinas tan dispares como
neuromarketing, neuropolítica, neuroética, neurofilosofía, neuroteología,
neuropsiquiatría, neurosociología, neuroantropología, neuroastronomía,
neurojurisprudencia, neuroestética, neuromúsica y neurogastronomía, y que
podría ampliarse fácilmente a otras con incluso algo más de predicamento, como
la neuropsicología, la neuropedagogía, la neurolingüística, la neurocomputación
o la neuroetología.” A estas designaciones puedo añadir algunas más,
incluidas en invitaciones para seminarios, que he recibido en mi propio E-mail a
lo largo de los últimos días, tales como: neurocoaching, neuroinfluencia y ”neuroplastic change”.
En el referido artículo se expresa también la justa
preocupación de su autor, desde mi punto de vista, sobre la posibilidad de que
se produzca “el efecto ilusorio de que el avance tan
espectacular que se ha llevado a cabo en la ‘exploración’ del órgano (el
cerebro y el sistema nervioso en general) va a garantizar de modo automático la
‘explicación’ de la función (cualquiera que sea su ámbito de aplicación).”, y añade:
“El hecho de encontrar el
correlato neuronal (en términos de áreas, circuitos o procesos bioquímicos) de
una función mental (o de alguna de sus derivadas) se toma como prueba
suficiente y definitiva para su explicación, lo que acaba resultando
sencillamente abusivo.”
Las disciplinas que se ocupan de las diversas
funciones y procesos de acción e interacción del ser humano pueden tener
carácter más o menos científico, a determinar. Es posible para este fin, como
ejemplo, tomar en consideración los criterios de definición de científico, paracientífico y pseudocientífico
propuestos por Karl Popper. Sin embargo, la anteposición del prefijo “neuro”,
per se, no convierte una disciplina en más o
menos científica.
Creo que García-Albea es bastante elocuente cuando
escribe: “…
parece claro que la contribución de la neurociencia al desarrollo de esas otras
disciplinas es más bien nula, no aporta nada sustantivo al conocimiento y
explicación de los fenómenos de uno u otro tipo en el ámbito de la psicología,
las ciencias sociales o las humanidades.” Y
particularmente brillante cuando ejemplifica,
reforzando su tesis, con la utilización de la siguiente analogía:
“Del mismo modo que para
comprobar los usos y funciones de un ordenador tiene poco sentido desmenuzarlo
e inspeccionar cada uno de sus componentes físicos (relés, cables, conexiones,
materiales conductores, etc.), siendo imprescindible acceder al software, así,
para entender lo que es la visión (o el lenguaje, etc.) no se llega muy lejos
inspeccionando al detalle todo lo que pasa en el cerebro mientras se realiza la
función, sino que es imprescindible descifrar el complejo sistema de
procesamiento de información que da cuenta de la propia función y de la
posibilidad misma de realizarla.”
El autor, que concluye el supra citado artículo de
una forma elegante y respetuosa con las demás disciplinas que se ocupan del
estudio de la mente, admitiendo la compatibilidad de la colaboración entre ellas,
no se cohíbe en dejar constancia de lo que personalmente interpreto como una
importante exhortación:
“En el fondo de todo este
asunto es fácil detectar un amago de vuelta al ‘reduccionismo eliminativista’,
por el que los fenómenos psicológicos, sociales, religiosos, económicos o de
cualquier otro dominio que concierna al ser humano terminarían por ser
explicados en términos neurocientíficos. Las disciplinas que tradicionalmente se
han ocupado de esos distintos fenómenos (psicología, sociología, antropología,
economía, etc.) tendrían así una vigencia transitoria, en espera de que los
previsibles avances de la neurociencia nos permitan acabar prescindiendo de ellas.”
Dejando a un lado las consideraciones versadas en el
artículo de García-Albea, del cual recomiendo su lectura integral para contextualizar debidamente
los extractos del mismo, que he tomado la libertad de reproducir, no puedo
dejar de mencionar el punto de vista según el cual enfoco estas cuestiones:
Como estudioso, seguidor y docente del enfoque
comunicacional interactivo relativo a los fenómenos del comportamiento humano,
postulado y desarrollado por los científicos de la Escuela de Palo Alto, no
puedo dejar de referir que dicho enfoque se basa en las manifestaciones
observables de las relaciones humanas y no en hipotéticas “entidades” o
fenómenos generados exclusivamente en el interior de la mente. Más en general,
como escribe Paul Watzlawick en su artículo “Sobre la comunicación humana”
(1964), “podemos decir que se trata del
estudio de la interacción entre los organismos humanos y su entorno, percibido
como realidad y, por tanto, el estudio de sus modelos específicos y de sus
experiencias en cuanto seres vivientes en el mundo.”
Puesto lo anterior, parece fácil entender que,
desde este enfoque, y desde el punto de vista de profesionales que lo aplican
teniendo como objetivo el Trabajo en Alta
Performance, no es fácil quedar indiferente a la creciente tendencia de la
utilización del prefijo “neuro” en disciplinas o metodologías que se consideran
afines en bases epistemológicas o que hasta reivindican su origen en la
prestigiosa cuna “PaloAltiana”.
Bibliografía:
García-Albea JE. “Usos y abusos de lo ‘neuro’”. Rev Neurol 2011; 52: 577-80.
Nardone; Ray. “Insight may cause blindness and other essays”. Adriano Salani Editore, 2007
Publicado en http://www.trabajo-alta-performance.com/?p=904